San Sebastián (España).- El poder del cine como herramienta de transformación social ha vuelto a quedar patente en la segunda edición del Premio Loterías, organizado conjuntamente por el Festival de San Sebastián y la Sociedad Estatal Loterías y Apuestas del Estado (SELAE). 

En una tarde cargada de emoción, reflexión y compromiso, los cortometrajes «Maruja», dirigido por Álvaro G. Company, y «Medusas», de Iñaki Sánchez Arrieta, se alzaron con el primer y segundo premio respectivamente, en una ceremonia celebrada en los cines Trueba.

La selección de ambos trabajos entre más de un centenar de propuestas evidencia la calidad y profundidad de los temas que abordan. «Maruja», galardonado con 10.000 euros, presenta el retrato íntimo de una viuda de 80 años cuya rutina se ve alterada por una inesperada llamada telefónica. 

A través de esta sencilla pero potente premisa, el director invita al espectador a reflexionar sobre la vulnerabilidad de las personas mayores en una sociedad que a menudo las relega a la soledad. La historia conmueve no solo por su ternura, sino por su capacidad de señalar un problema real con una mirada cercana y sin artificios.

Por su parte, «Medusas», que obtuvo el segundo premio dotado con 5.000 euros, centra su enfoque en la migración, un tema de creciente relevancia en el debate público. El cortometraje retrata de forma contundente la necesidad de no mirar hacia otro lado frente al drama de quienes arriesgan todo por una vida digna. 

La pieza se destaca por su sensibilidad, evitando caer en el sensacionalismo, y logra conectar emocionalmente con la audiencia sin renunciar a una denuncia clara de las desigualdades.

El jurado encargado de seleccionar a los ganadores estuvo presidido por la actriz Carmen Machi, junto con la subdirectora de Comunicación de Loterías, María Núñez, y el director del propio Festival, José Luis Rebordinos. 

Los tres asistieron a la proyección de los seis cortometrajes finalistas y a la posterior entrega de premios. Completaron la selección de finalistas las obras «Campolivar», de Alicia Moncholí Lueje; «Cólera / Rage», de José Luis Lázaro; «Mi tía», de Mikel Urretabizkaia; y «Origami», de Álvaro León.

Con una fuerte vocación transformadora, el certamen se consolida como un espacio que apuesta por contenidos que visibilicen problemáticas sociales a través del lenguaje cinematográfico. La convocatoria invita a la creación audiovisual centrada en valores como la justicia social, la redistribución de la riqueza y la eliminación de desigualdades. 

En esta línea, las temáticas más presentes en esta edición fueron la soledad en la vejez, la migración, la violencia de género y el acompañamiento a pacientes con cáncer y sus familias.

Durante su intervención, José Luis Rebordinos agradeció el «necesario apoyo» de Loterías y Apuestas del Estado y expresó su «satisfacción» por el alto nivel de esta segunda edición. 

Destacó que, como en la anterior convocatoria, los trabajos presentados demuestran que el cine, además de ser una forma de entretenimiento, es una poderosa herramienta de concienciación social. Rebordinos celebró que el compromiso temático se haya acompañado de una calidad cinematográfica notable, lo que refuerza la relevancia del certamen dentro del panorama cultural español.

El presidente de Loterías, Jesús Huerta, también tuvo palabras de reconocimiento para los participantes y reafirmó la misión del premio como motor de cambio social. 

«Solo atendiendo a los colectivos más necesitados podemos progresar hacia una sociedad más justa e igualitaria», afirmó. 

Asimismo, destacó el papel de la cultura como elemento de cohesión y debate en una sociedad avanzada. En sus palabras, los cortometrajes seleccionados “han aportado una mirada crítica y un compromiso social necesarios para avanzar juntos como sociedad”.

Con iniciativas como el Premio Loterías, tanto SELAE como el Festival de San Sebastián reafirman su compromiso con una cultura responsable y transformadora. La calidad de las obras presentadas y el entusiasmo del público asistente confirman que existe un amplio interés por contenidos que vayan más allá del entretenimiento y sirvan para generar conciencia.

Esta segunda edición no solo ha premiado el talento, sino que también ha reafirmado que el cine breve puede ser inmenso cuando se compromete con la realidad. «Maruja» y «Medusas» no solo se llevan un reconocimiento económico, sino el aplauso de una audiencia cada vez más dispuesta a mirar el mundo con otros ojos.