Somalia.- La primera oleada de enjambres de langostas del desierto golpeó a Somalia en 2019. Por todo el país empezaron a aparecer alfombras de bandas de saltones y nubes de enjambres de langostas que se parecían a las de una tormenta.

A medida que las langostas descendían sobre cualquier tipo de vegetación que encontraban, los cultivos sucumbían a su apetito: los campos se volvían estériles sin que quedara nada para que los animales pastasen y los medios de vida de las comunidades agropastoriles y los pequeños agricultores resultaban destruidos en cuestión de horas.

Durante décadas, los plaguicidas químicos han sido la única solución para lograr reducir el número de langostas del desierto. Aunque los plaguicidas químicos son muy efectivos para combatir las langostas, no solo pueden afectar a estas plagas, sino que generan riesgos para el medio ambiente y la salud humana.

En los últimos años, el desarrollo de bioplaguicidas basados en la naturaleza ha ofrecido una alternativa más segura para la lucha contra la langosta.

Durante esta crisis de langostas del desierto de 2019-2022, el Gobierno de Somalia, junto con la FAO, utilizó exclusivamente bioplaguicidas y reguladores del crecimiento de los insectos para controlar estas plagas, lo que ha supuesto una primicia en este tipo de respuesta y ha establecido un ejemplo para la gestión de la langosta a nivel mundial.

Los bioplaguicidas utilizan bacterias, hongos o virus naturales para atacar las plagas de insectos. Un hongo utilizado en Somalia, el Metarhizium acridum, ha demostrado ser especialmente efectivo en la lucha contra la langosta al alimentarse del insecto atacado y matarlo en una o dos semanas.

Los reguladores del crecimiento, utilizados también como parte de la respuesta, son un método químico más inocuo y específico. Impiden que las langostas cambien de fase, lo que detiene la reproducción y la eclosión de huevos.

Como se dirigen a las plagas de insectos de forma selectiva y tienen bajos niveles de toxicidad, tienen además un impacto medioambiental mucho menor que los plaguicidas tradicionales.

Promover la alternativa segura

Los bioplaguicidas siempre han sido la opción preferida. Sin embargo, al ser de acción lenta, deben utilizarse junto con otras tecnologías de apoyo. Por ejemplo, la detección temprana es crucial para dejar tiempo suficiente para que los bioplaguicidas actúen antes de que las langostas puedan causar daños importantes en la zona.

La FAO cuenta con una gran cantidad de herramientas tecnológicas, como el conjunto de instrumentos eLocust3, que aprovecha el análisis de imágenes satelitales, emplea modelos de predicción y facilita la presentación de informes, de modo que hace posible una rápida intervención.

“El Gobierno de Somalia recibió equipos de la FAO, en particular tabletas eLocust3 y módulos GPS eLocust3g, para realizar reconocimientos sobre la langosta del desierto.

El personal técnico del ministerio local de la zona de Puntlandia realizó operaciones de vigilancia de la langosta dos veces por semana utilizando las herramientas eLocust3 e eLocust3g”, explica Abdihamid Salad Hassan, funcionario del Gobierno de Somalia encargado del control de la langosta.

En el norte de Somalia, el pastoreo es fundamental para los medios de vida de la población. Pero los plaguicidas químicos pueden hacer que las zonas fumigadas dejen de ser aptas para el ganado durante algún tiempo. No es el caso de los bioplaguicidas, que permiten a los pastores continuar con sus medios de vida.

Hassan indica: “Al principio utilizábamos plaguicidas químicos tradicionales, pero tenían un gran impacto en las zonas de pastoreo. Con la orientación de la FAO, el Gobierno optó por usar bioplaguicidas para proteger estas zonas vulnerables. Tras las pruebas iniciales, se dejaron de usar plaguicidas químicos”.

Capacitación y apoyo continuos

Los excelentes resultados obtenidos por Somalia con la ayuda de la FAO están siendo analizados y compartidos entre los países afectados por la langosta. Desde que terminó la crisis, la FAO ha organizado varias capacitaciones y talleres con especialistas en la lucha contra las langostas y funcionarios ministeriales para mejorar las prácticas de gestión de la langosta y compartir los resultados.

En Marruecos, la FAO llevó a cabo una de estas sesiones de capacitación en colaboración con la Comisión de Lucha contra la Langosta del Desierto para la Región Central (CRC), la Comisión de Lucha contra la Langosta del Desierto en la Región Occidental (CLCPRO) y la Organización de Protección de las Plantas del Cercano Oriente (NEPPO). Esta capacitación tuvo como objetivo específico potenciar el uso de bioplaguicidas en los países afectados.

Las sesiones de capacitación también ayudaron a promover el registro nacional de los bioplaguicidas, un primer paso necesario para utilizar este tipo de compuestos en una operación de respuesta.

“Presenté en Agadir los resultados obtenidos con los bioplaguicidas, para ayudar a desarrollar plataformas estratégicas para los países africanos afectados por la langosta del desierto y a compartir experiencias», dice Hassan, recordando su experiencia durante la capacitación al exponer el gran éxito obtenido en Somalia.

Varios expertos de países expuestos a la langosta tuvieron la oportunidad de aprender de la experiencia de primera mano de varios expertos de la FAO y del país. Este tipo de eventos son vitales para promover las mejores prácticas y elaborar recomendaciones para el futuro, con el fin de seguir atenuando la amenaza mundial que suponen las langostas.

Situación actual de la langosta del desierto

Aunque la situación de la langosta del desierto en el Gran Cuerno de África y el Yemen está ahora tranquila, y no se esperan brotes de importancia en los próximos meses, la región sigue afrontando niveles sin precedentes de sequía, un aumento de los precios de los alimentos, conflictos y las repercusiones derivadas de la enfermedad por coronavirus (COVID-19).

En septiembre de 2022, se previó una hambruna para los próximos meses en Somalia. Si se hubiera añadido la langosta del desierto a la ecuación, la situación habría sido mucho peor.

La reciente crisis de la langosta del desierto también ha permitido mejorar las tecnologías de seguimiento y generalizar su adopción, lo que contribuye a crear un entorno activo para su prevención.

“Los programas de reconocimiento y seguimiento siguen en marcha en Somalia», confirma Hassan.

Aunque esta crisis de la langosta del desierto ya ha pasado, la FAO sigue trabajando con los países para seguir promoviendo medidas preventivas. Mediante el uso de mapas por satélite, modelos predictivos, aplicaciones a medida y drones, la FAO proporciona informes y alertas tempranas a los países para prevenir futuros brotes de langostas.

“La adopción de nuevas tecnologías y alternativas a los plaguicidas químicos convencionales está cambiando la forma en que el mundo gestiona las langostas. El objetivo de la FAO es promover las mejores soluciones en cada caso, aportando experiencia, tecnología y soluciones probadas para limitar los daños causados por las langostas en todo el mundo”, afirma Shoki Al-Dobai, Oficial agrónomo superior de la FAO.

Hassan concluye: “Los bioplaguicidas seguirán siendo el método preferido para tratar la langosta en Somalia”.

El brote más reciente ha demostrado cómo las tecnologías de lucha contra la langosta del desierto han recorrido un largo camino para ayudar a reducir y controlar nuevas crisis en el futuro, al tiempo que se protege mejor el medio ambiente.

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