París (Francia).- En un contexto donde la desinformación y el discurso de odio en las redes sociales representan desafíos crecientes, la Directora General de la UNESCO, Audrey Azoulay, ha encendido una luz de alerta. 

El pasado lunes, Azoulay enfatizó la necesidad urgente de abordar estas “amenazas importantes para la vida en sociedad y la estabilidad”. 

Durante una rueda de prensa en la sede de la UNESCO, presentó un ambicioso plan de acción, concebido tras una extensa consulta global y apoyado por una encuesta de opinión mundial que resalta la imperiosidad de actuar frente a estos retos digitales.

El plan, que surge como una respuesta estructurada a la “liberación de la palabra” a través de la tecnología digital, abarca más que el mero reconocimiento de los progresos. 

Se enfrenta a una realidad doblemente filosa: las redes sociales han servido tanto para amplificar la información beneficiosa como para acelerar la diseminación de contenido pernicioso. 

Azoulay fue clara en su llamado: es fundamental regular estas plataformas de manera inmediata, resguardando, no obstante, la libertad de expresión y los derechos humanos.

El plan detallado por la UNESCO se despliega a lo largo de 40 páginas e involucra principios y acciones concretas que deberán ser adoptadas por gobiernos, reguladores, sociedad civil y las mismas plataformas. 

Este proyecto no solo ha recibido una acogida favorable por parte de reguladores independientes, sino que también varios de ellos, especialmente en África y América Latina, han mostrado disposición para implementar las medidas sugeridas.

Para la correcta ejecución de estas acciones, la UNESCO ha programado la primera Conferencia Mundial de Reguladores hacia mediados de 2024 y ha comprometido apoyo para la transposición de estas medidas a las leyes nacionales, contando ya con financiación específica, incluyendo un aporte de un millón de euros de la Comisión Europea.

El esquema de acción se centra en 7 principios cardinales. 

Se busca que el impacto en los derechos humanos guíe las decisiones, que reguladores independientes y bien dotados sean establecidos a nivel global, que la moderación de contenido sea efectiva y que haya transparencia y responsabilidad en los algoritmos. 

Además, se apunta a educar a los usuarios en el pensamiento crítico y a una acción más firme por parte de reguladores y plataformas en contextos delicados como elecciones y crisis.

Azoulay ha puesto especial énfasis en la preservación de la libertad de expresión como piedra angular de este empeño, considerando que los medios de comunicación y herramientas informativas independientes son la respuesta más eficaz contra la desinformación. 

Es más, para asegurar una moderación de contenido fiable, se aboga por equipos de moderadores cualificados y versados en las lenguas principales de cada país.

Las implicaciones de esta estrategia también tocan el núcleo de la integridad electoral y la gestión de emergencias. Además, se enfatiza la importancia del acceso a “contenidos culturales diversos” en línea, reforzando la idea como un derecho humano esencial.

La publicación del plan de la UNESCO se acompaña de una encuesta de IPSOS que revela una preocupación profunda del 85% de los ciudadanos sobre el impacto de la desinformación en línea. 

Dicha preocupación es particularmente relevante en la coyuntura electoral, evidenciando la necesidad de una acción decidida.

Con este plan de acción, la UNESCO no solo reconoce los problemas presentes en el ecosistema digital actual, sino que propone un marco de cooperación internacional para garantizar que el progreso tecnológico siga siendo un aliado de la humanidad y no un vector de discordia.

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