Hatay (Türkiye).- En 2019, Çiğdem Kudret se dio cuenta, por primera vez, de que las aptitudes que tenía —elaborar mermeladas, encurtidos, mezclas de especias y pasta de tomate— podían monetizarse. Tuvo esta revelación gracias a una clase que tomó en la cooperativa local de mujeres Samandağ, que despertó en ella una pasión por el espíritu empresarial y la autosuficiencia económica.

Al haber crecido en un hogar en el que se desalentaba a las mujeres a trabajar fuera de casa, Çiğdem nunca había experimentado la independencia financiera. Después de casarse, se dedicó a ser ama de casa y madre y a cuidar de sus tres hijos.

«Gané dinero por primera vez con la cooperativa», reflexiona Çiğdem. «Nuestro padre no quería que sus hijas trabajaran… Pero yo siempre había querido trabajar y contribuir. Tengo potencial, pero como no tenía apoyo, nos quedábamos encerradas, como en una caja».

El curso de producción de mermeladas de la cooperativa, creado en 2019, en colaboración con la Organización de Empleo de Türkiye y el Centro de Educación Pública, brindó una plataforma para el desarrollo de aptitudes. Un anuncio en la prensa local atrajo a 25 mujeres, entre ellas Çiğdem. Tras seis meses de entrenamiento intensivo, se unió al equipo de producción.

La cooperativa, que está en funcionamiento desde 2020, fue fundada por Atiye Sönmez Erdoğdu, miembro del ayuntamiento local. Para las mujeres de la comunidad, la cooperativa representó más que solo una fuente de ingresos; brindó un sentimiento de comunidad y empoderamiento. Fue la primera cooperativa de mujeres que se estableció en la provincia de Hatay, en el sur de Türkiye.

«Nuestro objetivo era dar ejemplo y abrir el camino», señala Atiye.

Siguiendo los pasos de esta cooperativa, se establecieron otras siete en Samandağ, y se fundaron 30 cooperativas en la provincia de Hatay. Atiye, una asesora financiera de profesión que trabaja gratuitamente en la cooperativa, gestiona sus cuentas y les brinda asistencia jurídica.

«Atiye me ayudó a convertirme en aprendiz. Una vez entré por esa puerta, se encendió una luz en mi vida. Y no quise apagarla», comenta Çiğdem.

«Cuando vengo aquí, siento la paz que uno tiene cuando llega a su hogar. Siento eso mismo».

Cuando se produjo un terremoto devastador en 2023, el nuevo medio de vida de Çiğdem se vio amenazado. El terremoto de Türkiye azotó la región sudoriental de Anatolia y 11 provincias se vieron afectadas, entre ellas Hatay, donde vivían Çiğdem y Atiye.

La cooperativa sufrió importantes pérdidas, que dejaron solo un 10 % de sus productos recuperables.

El terremoto tuvo profundas repercusiones en la región, ya que miles de personas quedaron sin servicios básicos y no pudieron reanudar sus medios de subsistencia.

El 90 % de Samandağ quedó destruida, y casi todos perdieron a un ser querido, indica Atiye. Ella también quedó sin hogar y tuvo que vivir en su auto durante algún tiempo.

El terremoto también destruyó la casa de Çiğdem.

«Después del terremoto, caímos en una gran depresión. Nuestros hijos nos presionaron a abandonar la ciudad. De lo contrario, no quería irme de este lugar. Después de eso tuve una sensación de vacío, como si [la cooperativa] fuera un segundo hogar que había abandonado. Sentí que tenía que volver», afirma.

Pese a la pérdida personal, Atiye tomó la determinación de mantener la cooperativa en funcionamiento. Con el apoyo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), obtuvo un nuevo ordenador portátil y reactivó las iniciativas de comercio electrónico de la cooperativa. Convocó a otros miembros y alentó a quienes habían abandonado el lugar a regresar y reanudar la producción a pesar de las dificultades.

La FAO, que venía prestando apoyo a la cooperativa incluso desde antes del terremoto, intervino para ayudar al colectivo a recuperarse. Mediante la provisión de maquinaria y equipos, la FAO garantizó que las cooperativas dirigidas por mujeres recibieran la ayuda que necesitaban para la reconstrucción y la recuperación.

Estas iniciativas se alinean con el compromiso de la FAO de invertir en la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres en los sistemas agroalimentarios y suponen una gran ayuda para impulsar los avances y mejorar la resiliencia y la seguridad alimentaria de los hogares y las comunidades.

Çiğdem también volvió a Samandağ y reanudó sus trabajos en la cooperativa, aunque seguía viviendo en una tienda.

Atiye hace hincapié en la importancia de estas cooperativas en la recuperación tras las catástrofes.

«Las mujeres vienen a la cooperativa desde estas tiendas y sanan al escucharse unas a otras y al colaborar en la producción», señala Atiye. «Por la noche, cuando se van, llevan su remuneración diaria y contribuyen a sus propias economías… Así pues, contribuimos a su sanación, desde el punto de vista económico, social y psicológico».

Neşe Çakır Sayran, especialista en género de la FAO, subraya la importancia de invertir en la capacidad y los conocimientos de las mujeres.

«El empoderamiento de las mujeres no es solo económico, sino también social y cultural… Este empoderamiento da lugar a la participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones, lo cual es especialmente importante», explica Sayran.

De hecho, la cooperativa no solo ha ofrecido una fuente de ingresos, sino que también ha puesto en tela de juicio los roles de género en los hogares.

«Cuando las mujeres dicen que salen de la casa para ganar dinero, sus esposos las respetan más», explica Atiye. «Cuando regresan, el reparto de las labores domésticas es más fácil».

Atiye considera que las cooperativas han desempeñado un papel crucial para reducir la brecha entre la labor no remunerada y el empoderamiento económico. «Algo que hemos logrado concretamente en esta cooperativa es dar visibilidad al trabajo doméstico, invisible y no remunerado”. Le dimos una marca, lo envasamos y lo pusimos a la venta».

Cigdem ve esto reflejado en su vida cotidiana.

«Mi esposo y yo podemos tener una buena comunicación [y] reparto de tareas. Ahora puede ver mi cansancio y esfuerzo, por nuestros hijos y para contribuir al presupuesto».

Mientras Türkiye se reconstruye después de los terremotos, las cooperativas de mujeres empoderan a las mujeres para que sean resilientes.

«Esperamos superar esta situación en conjunto y avanzar con el apoyo del equipo de la FAO», dice Cigdem.

«En el futuro quiero ser más fuerte y contribuir más a la economía. Quiero preparar un futuro más fuerte para mis hijos… Por ello, mi objetivo es hacer todo lo que pueda para trabajar y ganar lo más posible».