Desiguales y caóticas, las ciudades latinoamericanas se preparan para la pospandemia
Una señal insta a mantener la distancia social en una vereda de la avenida Corrientes en Buenos Aires © AFP Juan MABROMATA

Montevideo (AFP) – Las ciudades latinoamericanas comienzan a crear ciclovías, ensanchar veredas y colocar señales de distanciamiento para superar la emergencia del coronavirus en espacios urbanos ya afectados por hacinamientos, transportes abarrotados y contaminación.

La pandemia que asola a las urbes del mundo -focos del 95% de los contagios, según Naciones Unidas- ha acentuado las dualidades en América Latina: «Muchas soluciones pensadas para la ciudad formal no funcionan para la ciudad informal», dice Verónica Adler, coordinadora de Ciudades Emergentes y Sostenibles del BID para el Cono Sur.

En vecindarios de Bogotá, Buenos Aires, Lima y Santiago, el concepto de la «ciudad de los 15 minutos», con abastecimiento y trabajo a cortas distancias, gana fuerza ante la crisis sanitaria. Pero en barrios donde la población vive hacinada y al día, solo se piensa en la subsistencia.

Con el coronavirus, dice Adler, las ciudades quedaron expuestas a un fenómeno que da protagonismo a los gobiernos locales, y los obliga a «probar y recalcular».

Buenos Aires se planteó «medidas de reconfiguración de espacios públicos temporarias, económicas, de rápida instalación y replicables» para favorecer el distanciamiento social y fomentar centralidades barriales que eviten desplazamientos, explica Clara Muzzio, ministra de Espacio Público e Higiene porteña. El plan coincide con uno a más largo plazo de desarrollo por distritos y movilidad sustentable, añade.

Ensanche de veredas, nuevas peatonales y velocidades máximas son algunas de las medidas que Muzzio espera puedan mantenerse, mientras descarta grandes transformaciones en momentos en que la salud y los paliativos económicos acaparan los recursos.

En Bogotá, referente regional de movilidad sustentable, la urgencia sumó 80 km a los 550 km de ciclovías disponibles. El objetivo es mantener la ocupación del transporte público por debajo del 35%, como hizo Londres, comenta el Secretario de Movilidad, Nicolás Estupiñán. La idea ya se volvió permanente, junto con la de destinar a bicicletas 20% del espacio en estacionamientos.

«Los distintos sectores de la economía, particularmente de la informal, no pueden durar mucho tiempo en confinamiento, y es necesario que estas personas salgan de manera segura», dice Estupiñán.

La propuesta es una «nueva movilidad», definida como «un balance entre economía y salud», en un entorno al que contribuirá el teletrabajo.

Eso incluye también un escalonamiento de las actividades productivas para ordenar el tránsito. «Cuando esta emergencia termine hay cosas que queremos mantener y evitar la presión en los sistemas de transporte masivo en horarios pico», indica Estupiñán.

En la capital peruana predominan combis y autos colectivos informales que ahora son potenciales focos de contagio, advierte Enrique Bonilla, director de la carrera de Arquitectura de la Universidad de Lima. Para contrarrestarlo, se busca integrar 250 km de ciclovías y habilitar nuevos carriles, además de crear subsidios para financiar rodados.

«La ciudad ya estaba enferma antes de la pandemia; esta debe ser una oportunidad para buscar soluciones», sentencia Bonilla, en referencia a la monocentralidad limeña y, más literalmente, a la tuberculosis. El país es después de Brasil el que más casos tiene de esta enfermedad asociada a la pobreza en las Américas, según la OPS.

Aun en plena pandemia, organizaciones como Greenpeace reclaman medidas contra la contaminación en Ciudad de México, conocida por su caos vehicular. Entre varios argumentos, destacan que la exposición prolongada a la polución incrementa la letalidad del coronavirus, según investigadores de Harvard.

– La otra ciudad –

Con el virus al acecho, la densidad de las urbes se vuelve dramática en barrios marginales. Estas poblaciones incluyen a migrantes, cuyo flujo ha sido otro de los recientes desafíos regionales.

Javier Vergara, director de la fundación chilena Ciudad Emergente, señala que «por la brutal desigualdad en la distribución del ingreso y las grandes áreas con viviendas precarias sin equipamiento básico, el impacto no es igual para todos, y eso hace necesario un abordaje distinto».

Las ciudades brasileñas son desafortunados modelos con sus favelas de casas frágiles y apretadas en las laderas.

«Hay una población que vive menos, se traslada más en transporte público, trabaja más horas, come mal y por tanto es más vulnerable. Esto es producto de ciudades con un modelo históricamente perverso», describe Patrick Carvalho, secretario de políticas públicas de la Federación Nacional de Arquitectos y Urbanistas brasileños.

«Para 2050, 70% de la población vivirá en ciudades. Y si no son saludables para todos, no lo serán para ninguno», dice Carvalho, representante de una de las 79 organizaciones que difundieron un documento con medidas urgentes en áreas rezagadas, ante la negación del gobierno federal de Brasil. El acceso generalizado a higiene y saneamiento está entre las demandas.

– Urgencia y perspectiva –

Además de aumentar el riesgo al contagio, «el hacinamiento genera problemas psicoemocionales, aumenta los niveles de violencia intrafamiliar y fuerza a los habitantes de barrios populares a salir al espacio público para acceder a bienes esenciales o desarrollar sus vínculos», sostiene Melina Nacke, coordinadora de Ciudades del centro de políticas públicas Cippec, con sede en Buenos Aires.

Resolverlo llevará tiempo. Pero existen acciones para intervenir en lo inmediato.

Por ejemplo, en Argentina y Uruguay se trabaja en fortalecer la comunicación a través de líderes comunitarios, refugiar a adultos mayores, proveer dispositivos para teleducación y generar oportunidades laborales para promover un aislamiento positivo, enumera Adler.

Así como una epidemia en el siglo XIX originó el sistema de saneamiento en Londres, América Latina aspira a transformaciones.

Horacio Terraza, experto en Desarrollo Urbano y Ciudades del Banco Mundial, dice que «la pandemia tiene que generar la revolución de la urbanización de los barrios vulnerables de Latinoamérica como agenda de los próximos 20 años».

«Este fenómeno tiene el potencial de generarlo, está en nosotros mantener la memoria».