Lima (AFP) – La atención concentrada en la lucha contra el nuevo coronavirus ha restado capacidad para combatir el más conocido dengue en Perú, una situación especialmente explosiva en la región amazónica, donde está dejando una estela de enfermedad y muerte en ciudades y remotas aldeas indígenas.

«Tenemos dengue, leptospira y malaria, ahora el coronavirus», dice a la AFP por teléfono Carlos Calampa, director de Salud de la región amazónica de Loreto, de las más afectadas por Covid-19 en Perú y fronteriza con Brasil, Colombia y Ecuador.

La lucha contra la pandemia del coronavirus ha dificultado los esfuerzos contra el dengue, que en Perú se ha incrementado casi seis veces este año en relación a 2019. El alza responde en parte a que las fuertes lluvias en la selva han favorecido un incremento de los criaderos de los mosquitos que transmiten la enfermedad.

«Tenemos varios casos [de dengue] en las provincias de Nauta y Requena [en Loreto], donde vamos a fumigar 8.000 casas», señala Calampa tras mostrar también preocupación por aldeas aisladas donde se ha reportado 75 muertos por Covid-19.

En Loreto y Ucayali (también fronteriza con Brasil) el coronavirus ha matado a 350 personas, de 5.184 que se han contagiado. La cifra es baja en comparación a Lima, donde son más de 1.000 los decesos, pero la población en la selva peruana es proporcionalmente mucho menor.

Una vasta área de frondosa vegetación tropical situada al oriente de la Cordillera de Los Andes, la selva peruana tiene muy pocas carreteras y el principal medio de transporte es la navegación fluvial. Ir desde una aldea remota a un puesto de salud puede demorar hasta tres días.

Con hospitales colapsados por el coronavirus a nivel nacional, este año se han reportado 24.957 casos de dengue y 34 fallecidos en Perú, según el ministerio de Salud. En todo 2019 los muertos por la enfermedad fueron apenas 16.

En Loreto, donde nace el río Amazonas, y en Madre de Dios, en la selva central peruana (y fronteriza con Bolivia y Brasil), este año hay casi seis veces más casos de dengue que en 2019, según cifras oficiales.

– Medicinas tradicionales –

El dengue es una enfermedad endémica de zonas tropicales que provoca fiebres altas, dolores de cabeza, náuseas, vómitos, dolor muscular y, en los casos más graves, hemorragias que pueden llevar a la muerte.

«Estamos preocupados porque el coronavirus y el dengue están atacando a las comunidades» indígenas, dice por teléfono a la AFP Francisco Hernández Cayetano, líder de la Federación de Comunidades Ticuna y Yaguas del Bajo Amazonas en Loreto.

«Ellos se tratan con medicinas tradicionales para combatir estos males», agrega Hernández, lamentando la muerte de siete personas por coronavirus en la aldea de Bellavista Callarú.

Perú, el país con más contagios por COVID-19 en América Latina después de Brasil, estaba este miércoles camino a superar los 100.000 casos confirmados. También iba rumbo a superar los 3.000 decesos (tercer lugar en la región después de Brasil y México).

– Enfermedad endémica –

Raúl Sánchez, líder de la comunidad San Francisco de Ucayali, habitada por la etnia amazónica Shipibo Conibo, aboga por asistencia médica del gobierno. Al igual que sus padres, tiene coronavirus.

Por «el caso del dengue muchas personas están echadas en sus camas, necesitamos una atención inmediata», dice Sánchez a la AFP por teléfono, tras informar que por coronavirus fallecieron 45 personas en sus aldeas.

El dengue, enfermedad endémica en América Latina y el Caribe, registra un aumento desde 2019 en toda la región, según la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y su ente matriz, la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En 2019 hubo 3,1 millones de casos de dengue en América Latina, el mayor número desde que hay registros, según la OPS/OMS.

La enfermedad, que es transmitida por el mosquito Aedes aegypti como el chikunguña y el zika, mató a 1.538 personas el año pasado en el hemisferio.

Perú declaró el 9 de febrero un estado de emergencia de 90 días por el dengue en tres regiones amazónicas, entre ellas Loreto y Madre de Dios. Cinco semanas después, decretó emergencia sanitaria nacional y confinamiento domiciliario por el coronavirus.