En Rio, una danza de palos de selfis a los pies del Cristo Redentor
Los turistas toman selfis junto a la estatua del Cristo Redentor en Río de Janeiro, uno de los muchos lugares imprescindibles para hacer fotos en la ciudad brasileña © AFP CARL DE SOUZA

Río de Janeiro (AFP) – En la cima del Cerro del Corcovado, bajo la inmensa estatua del Cristo Redentor, docenas de turistas se disputan la mejor ubicación para tomarse una selfi, con la panorámica vista de Rio y la bahía de Guanabara bañadas por la luz de la puesta del sol como sublime telón de fondo.

Un bosque de brazos se eleva en busca de la selfi solitaria, en pareja o en familia. Los palos de selfi se cruzan en un ballet indeciso: fotografiarse delante del Cristo o del Pan de Azúcar, pero ante todo… que no aparezcan en cuadro los turistas de al lado que también tratan de retratarse.

En Rio, una danza de palos de selfis a los pies del Cristo Redentor
En el Gran Cañón de Estados Unidos, muchos excursionistas caminan cerca del borde de los majestuosos acantilados en busca de la selfi perfecta
© AFP/Archivos Sébastien DUVAL

Philippe, un joven ingeniero francés de cabellos largos, se toma una foto delante de la imponente escultura art déco de hormigón y esteatita. «Mis colegas se ríen porque dicen que me parezco a Jesús, así que me tuve que tomar una selfi y enviársela», dice.

De todos modos, el ejercicio le merece alguna que otra reserva. «En las redes sociales, esto genera una imagen falsa. Solo se comparten fotos de cosas bellas, el sol, Rio, la playa», dice el joven ingeniero. Quienes miran esas imágenes «se deprimen porque tienen la impresión de que su vida no vale una mierda».

Una danza de palos de selfis en Areopagus Hill frente a la Acrópolis en Atenas
Los turistas posan para una selfi en Areopagus Hill frente a la Acrópolis en Atenas
© AFP/Archivos LOUISA GOULIAMAKI

El atardecer tiñe de rosado al Cristo cuando Daniela Lemes, una empleada brasileña, se muestra extasiada por su selfi, que considera «un momento de alegría compartida en familia (…) en lugares maravillosos como este».

En la otra punta de Rio de Janeiro, en el Museo del mañana, otro icónico sitio de la «Cidade Maravilhosa», Tatiana da Silva de Paula, una esteticista, admite que se toma entre 100 y 200 selfis por día.

«Me las saco primero para ver cómo luzco y después las publico en las redes sociales, para mis amigos, la familia», explica.

Brasil es un país loco por las selfis. Pero no es el único.

– Aquí, allá y en todas partes –

A 9.000 kilómetros de Rio, en el corazón de Roma, la Fontana di Trevi es una parada obligatoria para los amantes de la autofoto.

Sarah y Fivos, una pareja de británicos oriundos de Mánchester, llegaron hasta este alborotado rincón de la Ciudad Eterna para celebrar su décimo aniversario de casados.

«Estamos contentos con la selfi que nos tomamos, pero con tanta gente hay que esperar el momento correcto para conseguir una buena toma sin gente en el cuadro», dice Fivos.

Una danza de palos de selfis en las pirámides fuera de El Cairo
Turistas toman selfies en las pirámides fuera de El Cairo
© AFP/Archivos Mohamed el-Shahed

Cerca de ellos, Elia y Chiara, dos jóvenes italianas de Frosinone, una ciudad al sur de Roma, han elegido complicar el ejercicio e intentan tomarse una selfi con sus padres en el fondo… tomándose una selfi.

La aglomeración alrededor de la fuente que Federico Fellini inmortalizó en «La Dolce Vita» es tal que los ánimos pueden llegar a caldearse.

En agosto del año pasado, la policía tuvo que separar a dos grupos de turistas que se enfrascaron en una pelea por un lugar para fotografiarse frente al monumento.

Hasta los famosos se han rendido a la tentación de apuntar el lente hacia sí mismos y se suman a los millones de turistas que buscan capturar recuerdos románticos.

En la Acrópolis de Atenas, por ejemplo, tanto el legendario Paul McCartney como el fundador de Facebook Mark Zuckerberg se sacaron fotos con sus parejas.

– Un deporte nacional –

En Egipto, sobre la meseta de Guiza, en las afueras de El Cairo, frente a la pirámide de Keops -única de las «Siete maravillas» del mundo antiguo que permanece en pie-, Sheila Ahmed, una turista de Bangladés, utiliza su smartphone para replicar lo que han hecho muchos otros antes.

«No soy fanática de las selfis, pero es tan fácil tomar una foto en cualquier lugar… Sobre todo aquí, delante de la Gran Pirámide. ¿Dónde me sacaría una foto sino acá?», dice.

En Estados Unidos, el «Mather Point», mirador en el borde sur del majestuoso Gran Cañón del Colorado, es tal vez la atracción de ese país donde la fiebre de la selfi es más alta. No faltan turistas que llegan a extremos arriesgados en busca de la selfie más espectacular.

«La vista desde aquí ya es muy bella, no me interesa avanzar más», comenta la británica Kathryn Kelly mientras mira cómo una joven imprudente se aventura hasta el borde del precipicio.

Una danza de palos de selfis en la Fontana di Trevi de Roma
En la Fontana di Trevi de Roma, es difícil hacerse una selfi sin otros turistas en el encuadre
© AFP/Archivos Vincenzo PINTO

En Corea del Sur, la selfi se ha convertido en un deporte nacional y hasta el presidente, Moon Jae In, publicó un mensaje grabado como «video selfi» cuando cumplió 100 días en el poder.

Y si bien la hermética Corea del Norte parecía ser el último país a salvo de esta fiebre, su líder Kim Jong Un colgó ya dos selfis: una con un ministro de Singapur y otra con un periodista ruso.

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