Managua (AFP) – Tokuko Kimura, una sobreviviente de la bomba atómica de 1945 en la ciudad japonesa de Nagasaki, abogó este lunes en Nicaragua por la eliminación de las armas nucleares.

«Estamos en peligro de una posible guerra nuclear (..) todos los países deben dejar de producir, dejar de usar y renunciar a las armas nucleares», dijo Kimura, de 82 años, durante una charla con estudiantes de la Universidad Politécnica de Nicaragua (UPOLI), en Managua.

Los programas nuclear y balístico de Corea del Norte y la dura retórica estadounidense han despertado temores de un nuevo conflicto que involucre armas atómicas.

«Esta horrible vivencia que hemos tenido es algo que deseamos nadie más tenga (…), queremos que las armas nucleares puedan desaparecer de la tierra», exhortó.

Kimura llegó con el Barco de la Paz que visita esta semana Nicaragua, y es una de las 170 «Hibakusha» (supervivientes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki) que han viajado por el mundo con este barco en los últimos años para testimoniar su experiencia.

«Estábamos jugando a las muñecas y de repente escuché el sonido de una bomba que caía, nos acercamos a la ventana y pudimos ver una luz cegadora, una bola de fuego naranja resplandeciente», relató la mujer de cabellera blanca, quien tenía 10 años cuando un avión estadounidense lanzó la bomba sobre su ciudad.

«Cuando explotó la bomba liberó un rayo calorífico de más 4.000 grados Celsius, tuvo una gigantesca fuerza destructiva y una radiación que comenzó a expandirse en forma de lluvia», matando a 74.000 personas en Nagasaki, recordó la mujer, que preside la Asociación de Hibakusha de Setagaya.

Kimura dijo que hace 40 años decidió testimoniar lo ocurrido para que el mundo supiera los efectos que ha tenido en la salud de las generaciones que le siguieron, entre ellas su hija, quien en 2009 fue diagnosticada de un cáncer del cual se recuperó.

Uno año después, en 2010 a ella le diagnosticaron cáncer en el estómago. También mejoró tras una cirugía.

«La bomba atómica no solo afecta a las personas que la viven», sino «a los hijos, a sus nietos (..) tenemos que vivir con miedo y preocupación durante todas nuestras vidas, nos afecta psicológica como físicamente», afirmó.