Lima (AFP) – Tres meses después del derrame de unos 12.000 barriles de crudo en aguas de Perú, cientos de pescadores siguen sin poder trabajar y el buque italiano involucrado permanece impedido de zarpar.
El derrame del 15 de enero ocurrió mientras el buque tanque ‘Mare Doricum’ descargaba crudo en la refinería de La Pampilla en Ventanilla, 30 km al norte de Lima, propiedad de la petrolera española Repsol, que atribuyó el siniestro al oleaje causado por la erupción volcánica en Tonga, al otro lado del océano Pacífico.
El gobierno peruano lo calificó como «desastre ecológico».
Semana Santa sin pescar –
Desde entonces, miles de pescadores vieron afectados sus ingresos, impedidos de realizar sus faenas cotidianas de pesca por la contaminación en la zona.
«Nosotros no pensábamos pasar una Semana Santa tan triste, porque la gente come pescado en estos días» [siguiendo la tradición católica], dijo a la AFP Anthony Chumpitaz, presidente de la Asociación de Pescadores Artesanales de la playa Cavero en Ventanilla.
Por efecto, cerraron también restaurantes de pescados y mariscos, dejando a decenas de empleados de esta rama sin ingresos.
El gobierno peruano calcula que por el vertido de crudo resultaron afectados al menos 5.000 pescadores y comerciantes de los distritos de Ancón, Santa Rosa y Ventanilla en la provincia de Lima, y los distritos de Aucallama y Chancay en la vecina provincia de Huaral.
Muchos de ellos tuvieron que recurrir a la solidaridad y organizar ollas comunes para subsistir.
«Me siento indignada. Estoy sin trabajar, este derrame no lo teníamos planificado. No estábamos preparados para esto», declaró a AFP Rocío Alonzo Espinar, comerciante de pescado de Ventanilla, de 30 años, mientras cocinaba tallarines con atún enlatado en una olla común.
«El derrame ha bloqueado toda nuestra actividad económica. Todo está paralizado, vamos por el tercer mes y no vemos respuesta del gobierno y de Repsol», manifestó Chumpitaz.
Chumpitaz señaló que el único apoyo que recibieron de la petrolera española fueron bonos de 500 soles (125 dólares) en enero y un adelanto de indemnización por 3.000 soles (unos 810 dólares).
«El costo de vida está subiendo y nos afecta mucho. No sabemos hasta cuándo vamos a estar así», agregó el dirigente, quien acudió con un grupo de pescadores el jueves a la playa Cavero. En el lugar, una decena de trabajadores de Repsol realizan labores de limpieza y descontaminación.
Fauna afectada –
El derrame es atribuido por la petrolera española al oleaje anómalo causado por la explosión volcánica submarina ocurrida en Tonga, en el océano Pacífico, cuando el Mare Doricum descargaba cerca de un millón de barriles de crudo en la Refinería La Pampilla de Repsol.
La empresa española asegura que hasta el 27 de marzo había limpiado un 95,7% de la zona costera y marítima contaminada.
La mancha de crudo se esparció por aguas y costas hasta 140 kilómetros al norte de la Refinería, provocando la muerte de una cantidad indeterminada de peces, aves y mamíferos marinos.
El Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado encontró 539 aves y dos lobos marinos fallecidos hasta el 11 de abril.
Entre los animales afectados figura el pingüino de Humboldt, una especie en peligro de extinción.
Ocho directivos de Repsol tienen impedimento judicial de salir del país por el incidente, entre ellos el presidente de Repsol Perú, el español Jaime Fernández-Cuesta Luca de Tena. Los demás son peruanos.
El Organismo de Evaluación y Fiscalización Ambiental (OEFA), ha impuesto cinco multas a Repsol por unos 620.000 dólares.
Retenido y bajo vigilancia –
Inmovilizado a pedido de la fiscalía, el Mare Doricum permanece, tres meses después del derrame, anclado a seis millas de la costa peruana bajo vigilancia de guardacostas de la Marina.
De bandera italiana, el Mare Doricum es un carguero tipo Suezmax, construido en 2009 y propiedad de la armadora italiana Fratelli d’Amico. Su base está en Nápoles.
«El buque permanece fondeado por orden de la fiscalía especializada en materia ambiental. Está fondeado bajo custodia electrónica nuestra», dijo a la AFP el jefe de la Capitanía de Puerto del Callao, contralmirante Ludwig Zanabria.
La nave no se moverá hasta que termine la investigación, pero la tripulación no se encuentra detenida, acotó la autoridad naval.
«La tripulación se encuentra a bordo del barco, tiene (provisiones) para vivir», precisó Zanabria.
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