Los Ángeles (AFP) – Los equipos, las ligas y los organismos deportivos estadounidenses, con alguna llamativa excepción, han expresado su indignación en los últimos días por el crimen de George Floyd y la persistente violencia racista, un reclamo que se ha extendido globalmente pero sin estar exento de contradicciones. 

Históricamente a la vanguardia del cambio social en el panorama deportivo estadounidense, la NBA fue la primera en reaccionar, poco después de la difusión del vídeo que crudamente mostraba la muerte del afroamericano Floyd en el suelo, inmovilizado por un policía blanco con una rodilla clavada en su cuello durante más de ocho minutos.

Desde las grandes estrellas actuales como LeBron James pasando por el comisionado de la NBA, Adam Silver, hasta leyendas como Michael Jordan, quien en el pasado se ha resistido a posicionarse en estos asuntos, todos han tomado la palabra en la última semana. 

Exceptuando los New York Knicks, cuyo propietario, James Dolan, considera que no están «más capacitados que nadie para dar su opinión sobre temas sociales», las franquicias de la NBA también reaccionaron rápidamente, aunque en los San Antonio Spurs fue principalmente el entrenador Gregg Popovich quien arremetió contra Donald Trump, tildándolo de «idiota trastornado».

Durante más de 35 años, la liga ha adoptado una serie de iniciativas para luchar contra el racismo, entre ellas la de convertir el Día de Martin Luther King en una fecha importante de la temporada y la de crear la plataforma «NBA Voices», que promueve la igualdad y la diversidad. 

En 2014, casi recién llegado al cargo, Silver resolvió expeditivamente un escándalo provocado por comentarios racistas del propietario de Los Angeles Clippers, Donald Sterling, suspendiéndolo de por vida y obligándolo a vender la franquicia.

– El caso Kaepernick –

Tras la NBA, donde la libertad de expresión es respetada -incluso cuando deriva en un incidente diplomático con China, como sucedió en octubre con el tuit de un directivo de los Houston Rockets en apoyo de los manifestantes de Hong Kong-, otras competiciones como las Grandes Ligas (béisbol) y la MLS (fútbol) expresaron también su indignación y dolor.

El jefe de la liga de football americano (NFL), Roger Goodell, reconoció que todavía hay mucho trabajo por hacer, «tanto a nivel de país como de la liga». Mientras alrededor del 70% de los jugadores de la NFL son afroamericanos, únicamente tres de los 32 entrenadores son representantes de minorías.

La NFL, que está intentando favorecer un mayor número de profesionales procedentes de minorías en cargos de entrenador y ejecutivos, arrastra sin embargo su gestión del caso del mariscal de campo Colin Kaepernick.

La ex estrella de los San Francisco 49ers inició en 2016 un movimiento de protesta contra la violencia policial contra los afroamericanos hincando una rodilla en el césped cada vez que sonaba el himno estadounidense. El propio Trump lo insultó por su acción y ningún club lo ha contratado desde entonces.

Al inicio de las actuales protestas, LeBron James publicó una foto de Kaepernick arrodillado junto a otra del policía blanco apretando con su rodilla el cuello de Floyd, con el mensaje: «¿Lo entiendes AHORA o todavía está borroso para ti?»

– Protestas prohibidas en los Juegos –

En la liga de hockey sobre hielo (NHL), abrumadoramente blanca, muchos jugadores reaccionaron y sus franquicias los siguieron. Pero el blog especializado RMNB observó que solo 13 de ellos plantearon el problema del racismo en sus mensajes, ocho mencionaron a George Floyd y dos compartieron el lema de campaña «Black Lives Matter» (La vida de las personas negras importa).

La Federación estadounidense de fútbol se limitó a decir: «Unidos contra el racismo». Este organismo impuso en 2017 que los miembros de los equipos nacionales deben permanecer de pie durante el himno, después de que la gran estrella de la selección femenina, Megan Rapinoe, adoptara el gesto de Kaepernick.

En el mundo del atletismo, la federación internacional se posicionó en contra del racismo y a favor de la igualdad social, ilustrando su mensaje con la emblemática imagen de los estadounidenses Tommy Smith y John Carlos levantando un puño en el podio de los Juegos Olímpicos de México-1968 en protesta contra la segregación racial en Estados Unidos.

El mismo gesto fue realizado el año pasado por la atleta Gwen Berry en los Juegos Panamericanos de Lima, lo que le costó una amonestación de su Comité Olímpico, al que ahora ella reclama una disculpa después de que la directora del organismo apoyara los reclamos de los manifestantes esta semana.

Un gesto, como otros mensajes de carácter político, que el Comité Olímpico Internacional no quiere ver en los ahora pospuestos Juegos de Tokio-2020, advirtiendo que serían sancionados.