Roma (Italia).- En un reciente informe de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se ha revelado que el cambio climático afecta de manera desproporcionada a las mujeres rurales, las personas que viven en condiciones de pobreza y los ancianos. 

Este fenómeno, exacerbado por los eventos meteorológicos extremos, pone de manifiesto una alarmante injusticia climática que requiere una acción inmediata y enfocada.

El estudio titulado «El clima injusto» señala que las mujeres, especialmente aquellas a cargo de hogares en zonas rurales de países de ingresos bajos y medios, enfrentan pérdidas financieras significativamente mayores en comparación con los hombres. 

Los datos son contundentes: los hogares liderados por mujeres experimentan una disminución del 8% y del 3% de sus ingresos anuales debido al estrés térmico y las inundaciones, respectivamente. 

Esto se traduce en una pérdida per cápita considerable, sumando entre ambas causas un impacto económico de más de $53.000 millones.

Más allá de los números, el informe arroja luz sobre las complejas dinámicas que agravan estas pérdidas. Un aumento de tan solo 1°C en las temperaturas promedio podría elevar la pérdida de ingresos de estas mujeres en un 34% más en comparación con los hombres.

La FAO destaca la importancia de abordar las diferencias de productividad agrícola y salarios entre géneros, sugiriendo que el cambio climático podría ampliar aún más estas brechas si no se toman medidas correctivas.

A través del análisis de datos socioeconómicos de más de 100,000 hogares rurales, el estudio examina cómo diversos factores de estrés climático impactan en los ingresos, la mano de obra y las estrategias de adaptación, resaltando las diferencias no sólo por género sino también por condición socioeconómica y edad. 

«Las diferencias sociales basadas en la ubicación, la situación económica, el género y la edad tienen una importante repercusión en la vulnerabilidad de las personas a los efectos de la crisis climática»”, afirmó QU Dongyu, director general de la FAO.

El informe indica que las temperaturas extremas incrementan la carga de trabajo no remunerado de las mujeres y empeoran la situación del trabajo infantil en hogares pobres.

Este panorama desolador subraya la urgencia de orientar los recursos financieros y las políticas hacia la inclusividad y la resiliencia en la acción climática. 

El acceso limitado a recursos, servicios y oportunidades de empleo, junto con normas y políticas discriminatorias, socavan la capacidad de las poblaciones rurales para adaptarse y hacer frente al cambio climático.

La FAO hace un llamado a la acción, instando a la inversión en políticas y programas que empoderen a las poblaciones rurales y aborden sus vulnerabilidades climáticas específicas. 

El informe sugiere que las poblaciones rurales y sus desafíos apenas son visibles en los planes climáticos nacionales y aboga por una mayor inclusión de las mujeres, los jóvenes y los grupos vulnerables en la planificación y financiación de la adaptación climática.

La igualdad de género, el empoderamiento de las mujeres y la atención a las vulnerabilidades interseccionales, como el cambio climático, deben ser consideraciones fundamentales en las políticas agrícolas y climáticas. 

Solo así podremos asegurar una mejor producción, nutrición, medio ambiente y calidad de vida para todos, sin dejar a nadie atrás en la lucha contra el cambio climático.