Nairobi (Kenia).- A pesar de que las exportaciones de vehículos pesados (HDV) sólo constituyen un modesto 3,6% del comercio automotriz mundial, su impacto en el medio ambiente es significativamente desproporcionado. 

Según el último informe del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Coalición por el Clima y el Aire Limpio (CCAC), estas exportaciones han visto un incremento en las emisiones de CO2 de más del 30% desde el año 2000. 

Los camiones, en particular, son responsables del 80% de este aumento, contribuyendo enormemente a la contaminación atmosférica global.

Este informe, titulado «Vehículos pesados usados y el medio ambiente: una visión global de los vehículos pesados usados: flujo, escala y regulación», no sólo arroja luz sobre la contribución de estos vehículos a la contaminación del aire sino también a su rol en los accidentes de tráfico, el consumo excesivo de combustible y las emisiones climáticas. 

De acuerdo con el informe, los HDV representan más del 40 % de las emisiones de óxidos de nitrógeno (NOx) en las carreteras, más del 60 % de las partículas en suspensión (PM 2,5) y más del 20 % de las emisiones de carbono negro.  

Destaca la necesidad urgente de implementar regulaciones más estrictas para mitigar estos efectos adversos tanto en la salud humana como en el clima global.

La dependencia de los países en desarrollo de los vehículos pesados usados es notable, especialmente porque ofrecen una solución económica para satisfacer las crecientes necesidades de movilidad. 

Sin embargo, la falta de regulaciones efectivas sobre la calidad de estos vehículos importados amplifica sus impactos negativos, especialmente cuando se trata de modelos antiguos, contaminantes e inseguros. 

Actualmente, ningún país impone requisitos mínimos para la exportación de vehículos HDV usados, y las regulaciones en los países importadores son a menudo «débiles» o directamente inexistentes.

«Los camiones y autobuses contribuyen al crecimiento económico en casi cualquier parte del mundo, pero se necesitan regulaciones ambiciosas para frenar sus emisiones que causan importantes impactos ambientales y de salud», dijo Rob de Jong, jefe de la Unidad de Movilidad Sostenible del PNUMA.  

«La introducción de tecnologías de autobuses más limpias puede ser un importante impulsor de la revolución global hacia un transporte con bajas y, en última instancia, cero emisiones».

El informe insta a una acción conjunta entre los países importadores y exportadores para garantizar la circulación de vehículos usados más limpios y seguros. 

Esto incluye la adopción de estándares mínimos de emisión y límites de edad, así como la promoción de la conciencia pública y la investigación adicional. 

Se destaca la posibilidad de evitar hasta 700.000 muertes prematuras hacia el 2030 mediante la adopción de normas de emisiones equivalentes a Euro VI y el uso de combustibles más limpios.

A pesar de los desafíos presentados, el informe también señala el potencial de mejora en los países en desarrollo mediante la adopción de tecnologías avanzadas, incluidos vehículos eléctricos, que pueden surgir de regulaciones más estrictas sobre los vehículos pesados usados. 

Esta transición hacia un transporte más sostenible no solo beneficiaría al medio ambiente sino también la salud pública y la seguridad vial.

Finalmente, el informe del PNUMA y la CCAC marca un paso importante hacia la comprensión y regulación de los flujos de vehículos pesados usados. 

Aunque enfrenta limitaciones, como discrepancias en las estadísticas y la falta de datos de ciertos países exportadores clave, su mensaje es claro: es imperativo trabajar colectivamente para mitigar el impacto ambiental de los vehículos pesados usados y avanzar hacia un futuro de transporte sostenible.