Cabañas (Guatemala) (AFP) – Antes de liberarlo en el bosque, Juan sujeta con destreza de la cabeza y el cuerpo un ejemplar del venenoso Heloderma charlesbogerti, un lagarto endémico del oriente de Guatemala al borde de la extinción.

Por su caminar lento y actitud pasiva los lugareños también lo conocen como Niño Dormido, apelativo que además le da el nombre al Parque Regional Municipal donde acaba de ser liberado tras ser rescatado de una aldea en el municipio de Cabañas.

El reptil toca el suelo y con paciencia se pierde entre la vegetación.

Juan Alvarado, de 68 años, guardabosques del Consejo Nacional de Áreas Protegidas (CONAP) en el parque, cuenta a la AFP que la especie ha sido víctima del temor que despierta por su veneno que puede llegar a ser mortal, y también leyendas ancestrales sobre malos presagios al encontrarlo.

«Heloderma visto, heloderma muerto», dice Alvarado que advertían pobladores de esta región de bosques semiáridos en el valle del río Motagua, parte baja de la Reserva de la Biosfera Sierra de las Minas entre los departamentos (provincias) orientales de El Progreso, Zacapa y Chiquimula.

El hombre de cabello cano, quien ha dedicado 17 años a la protección de este lagarto de escamas oscuras con puntos y anillos amarillos, agrega que la especie también ha sido traficada ilegalmente hacia Europa como mascotas.

«Los europeos anteriormente daban (pagaban) hasta 2.000 dólares por un espécimen», menciona Alvarado.

Unos 600 ejemplares –

El heloderma mide entre 20 y 42 centímetros y en cautiverio puede llegar a vivir un promedio de 23 años. Se alimenta principalmente de huevos y pichones de aves. De su veneno y bacterias en la saliva se investigan propiedades medicinales para enfermedades como la diabetes y el cáncer, comenta Juan.

Hace casi dos décadas se estimaba que la población de helodermas rondaba los 200 ejemplares. En la actualidad, las autoridades consideran que existen alrededor de 600 especímenes adultos en estado silvestre, la mayoría con chips de identificación y rastreo.

Algunos que son hallados por familias en zonas pobladas son entregados a esta reserva forestal bajo un programa de educación ambiental, que incluye el cambio por alimentos.

El reptil también ha sufrido pérdida en su hábitat por la expansión de cultivos agrícolas, incendios forestales y el cambio climático, entre otros factores.

«El cambio climático al momento de elevar las temperaturas en las regiones nos hace un desbalance en las especies», añade Francisco Mayorga, de 43 años, asesor del CONAP. Algunos de estos reptiles ha sido hallados muertos por el calor en temporadas de la época seca.

El CONAP junto a otras organizaciones como la Fundación Defensores de la Naturaleza mantienen una estrategia para proteger el hábitat y evitar la extinción de la especie.

El Niño Dormido está considerado como «en peligro de extinción», según la lista roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.

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