Colón (Panamá) (AFP) – Cilindros metálicos del tamaño de pequeños edificios, abandonados en medio de la selva, son parte del pasivo ambiental de la minería en Panamá, actividad a la que el gobierno quiere limpiar el rostro y convertir en un motor de su economía.

La vegetación centroamericana devoró gran parte de las estructuras de lo que fue Petaquilla Gold, una mina de oro cuyos propietarios -capitales panameños y canadienses- dejaron abandonada en 2014 en el entorno del Cerro Petaquilla, en Donoso, provincia de Colón, a unos 220 km al oeste de Ciudad de Panamá por carretera.

Aduciendo falta de recursos «abandonaron, se fueron, nos quedaron debiendo y no les importó la contaminación que quedó», dice Ismael Pérez, quien trabajó para la compañía y cuya vivienda está a algunos metros del yacimiento. Contenedores que albergaron oficinas, maquinaria pesada y tres enormes pozos aún son parte del paisaje, que luce como un pueblo fantasma.

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«Fuera bueno que los proyectos mineros entraran e hicieran las cosas bien, cuidasen el ambiente como debe ser», reclama Ismael, quien aún confía en tener empleo, de aparecer una nueva inversión.

Uno de los abogados de la empresa fue el actual vicepresidente José Gabriel Carrizo, aunque en 2019 afirmó a la prensa que fue un empleado al que también le quedaron debiendo.

Zona rica en minerales –

«Lo que sucedió en Petaquilla es lamentable desde todo punto de vista, pero en esta zona [tropical], la capacidad de recuperación de la naturaleza es muy alta. Esos efectos apocalípticos que se predijeron, no se dieron», asegura a la AFP Zorel Morales, director ejecutivo de la Cámara Minera en Panamá.

A casi dos kilómetros del lugar, en 2019 inició la extracción de cobre a cielo abierto Minera Panamá, controlada por la canadiense First Quantum desde 2013, en un área concesionada de 13.000 hectáreas.

La compañía explicó al diario La Prensa que talará unas 5.900 hectáreas, pero reforestará 10.000, dentro y fuera del proyecto.

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Tiene capacidad para producir 320.000 toneladas anuales de cobre lo que, de alcanzarse, convertiría a Panamá en el cuarto productor del metal de América Latina, después de Chile, Perú y México, detalla Morales.

En tanto, la subdirectora nacional de Recursos Minerales del Ministerio de Comercio e Industria, Ana Méndez, explica que el gobierno ha vuelto a «traer a la vida» la licitación para exploración de dos reservas mineras aledañas, de unas 25.000 hectáreas, que también comprende lo que fue Petaquilla Gold.

Lo que buscan, dice, es «que la compañía que adquiera este proyecto se haga responsable por la indemnización de los trabajadores (…)», detalla Méndez.

«De ser cierto que ellos se van a hacer cargo de nuestra deuda laboral, los felicito. Pero si ellos [los que asuman el nuevo proyecto] vienen con el tema de que vamos a entrar primero para limpiar, y después les pagamos, negativo», deja en claro por su parte Liliana Ortega, extrabajadora de Petaquilla.

¿Y el medioambiente? –

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La AFP accedió a reportes de autoridades ambientales que van de fines de 2012 a inicios de 2020, que muestran 193 «incumplimientos» de Minera Panamá.

La compañía aclaró en un comunicado que fueron «hallazgos puntuales» y que se aplicaron medidas correctivas inmediatas. «Un hallazgo no implica incumplimiento, daño al ambiente o afectaciones a la salud pública», precisó.

Pese a que Panamá integra el Corredor Biológico Mesoamericano -área natural que va de Panamá a México, donde se protege el desplazamiento de especies- la subdirectora Méndez explica que la zona de concesión «es una reserva minera que no forma parte de áreas protegidas».

Para Morales, de la Cámara Minera, «está en una zona muy prospectiva, una zona que no solo tiene lo que ya se extrajo sino que potencialmente puede tener más yacimientos, no solo de oro sino de cobre».

Pero según la ambientalista Raisa Banfield, la minería «es totalmente incongruente con las cualidades geográficas y la vulnerabilidad de Panamá», un país de «solamente» 77.000 km2, con 500 ríos y costas al Atlántico y al Pacífico.

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«Todo nuestro territorio está fundamentado en agua y en riqueza natural. La minería metálica a cielo abierto es una de las más contaminantes del planeta», detalla.

Mejorar legislación, potenciar economía –

El Código de Recursos Minerales data de los años 60 y ha tenido reformas parciales. Aún no contempla protocolos de cierre de actividad. Las licitaciones siguen en marcha, mientras se moderniza.

Actualmente renegocian el pago de regalías con Minera Panamá, para subir el 2% trimestral que quedó pactado en un viejo contrato.

Para el gobierno, en medio de una pandemia que golpea su economía dolarizada, las posibilidades «están ahora mismo, además de en otros sectores, en la minería, como sector primario y generador de empleos», dice Méndez. Afirma que en Panamá «puede llegar a ser un 8% del PBI».

Pese a ello, según Isaías Ramos, biólogo del Centro de Incidencia Ambiental (CIAM), la minería en Panamá solo ha dejado pasivos. «Si su proyecto insignia [Petaquilla] fracasó, cómo podemos estar hablando que los proyectos de minería pueden ser sostenibles económica, social y ecológicamente», dice.

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