Chipaque (Colombia) (AFP) – En un abrir y cerrar de ojos Nubia Gaona y sus hijos, una tradicional familia campesina de Colombia, pasaron del anonimato a conquistar un canal de YouTube desde donde comparten consejos sencillos para que los citadinos abracen el agro.

Cómo resembrar hierbabuena y cebolla, crear un huerto vertical en casa, convertir a un cerdito en mascota o cómo hacer dulce de leche. Las aventuras de Nubia, David y Alejandro se han reproducido decenas de miles de veces desde su estreno en mayo, cuando Colombia completaba dos meses de una cuarentena por la pandemia.

«Nunca pensamos que nosotros fuéramos tan reconocidos, (estamos) muy felices porque también sabemos que la gente que está viendo nuestros videos en el canal está aprendiendo algo más del campo y estamos llevando al campesino por lo alto», dice a AFP David, un inquieto y orgulloso campesino de 14 años.

De la cabeza de este adolescente surgió la idea de que los Gaona se convirtieran en ‘youtubers’ y en que su rancho de paredes blancas y tejas de zinc fuera el set de grabación de doce videos que acumulan más de tres millones de reproducciones. Su canal cuenta con cerca de 500.000 suscriptores.

El humorista Daniel Samper Ospina, uno de los ‘youtubers’ más reconocidos de Colombia, tardó cuatro años para alcanzar los 741.000 usuarios.

David «mira muchos canales de ‘youtubers’. Llegó y dijo (…) ‘mamá, si yo me animo a poner un canal usted me apoya’, y yo le dije, ‘hijo, pues yo no sé nada muy bien, entonces intentamos», cuenta Nubia, de 37 años.

Mano amiga

Los Gaona pidieron ayuda técnica a los vecinos de la parcela donde viven en las montañas neblinosas de Chipaque, un municipio de 8.400 habitantes a poco más de una hora de Bogotá.

El ingeniero Sigifredo Moreno y su esposa les dieron una mano. Con apenas conocimientos básicos en manejo de cámara y edición, los Moreno produjeron el primer video, «Familia campesina decide volverse youtuber», que contabiliza 1,3 millones de vistas en el canal «Nubia e hijos«.

En las piezas de YouTube, subtituladas en inglés, se cuelan el cacareo de gallinas, ladridos de perros y el sonido de gotas de agua que bañan los prados del hogar.

«El mismo día (en que se publicó el primer video) hicieron 110.000 suscriptores», explica Moreno. «Les cambió la vida».

En menos de 24 horas los Gaona ya habían cumplido una de las condiciones de YouTube para monetizar: tener más de 1.000 suscriptores. Y la familia, además, empezó a recibir pedidos de un kit de tres materas, tierra y semillas que venden a cinco dólares.

«Ellos (los usuarios) nos están apoyando por la humildad que nosotros mostramos a través de nuestros videos, la sencillez y el amor que hay en el campo», opina Nubia.

Un giro de vida

Moreno no exagera cuando señala que la vida de Nubia, David y Alejandro (10 años) cambió. La matrona de los Gaona enviudó hace dos años y la familia empezó a pasar penurias: una sola comida al día o trabajos de sol a sol para mantener la finca en pie.

Las quejas de los campesinos por falta de apoyo al agro en Colombia, una nación de 48 millones de habitantes, son recurrentes. En el campo la pobreza es del 36,1%, casi doce puntos porcentuales más que en el indicador nacional.

«Vamos a ayudar a todas las familias campesinas, ya hasta ahora estamos comenzando con dos familias campesinas que por medio de nuestro canal están vendiendo sus productos», apunta David, en un intento por evitar que los intermediarios se queden con las mayores ganancias.

También creen que ayudan a miles que están encerrados por la pandemia. «Ellos, al mirar lo que vivimos nosotros acá en el campo, al menos se alegran», señala Nubia.

Con la venta de los kits, los Gaona han podido arreglar la entrada de la finca y amoblar los cuartos de los hijos. Autoridades locales les otorgaron equipos para adecuar la vivienda con luz eléctrica y les queda un «capital» por los videos vistos.

Además YouTube les otorgó la placa Botón de Plata que los gradúa como ‘youtubers’, un reconocimiento a quienes superan las 100.000 suscripciones.

«Nunca me lo imaginé… mi sueño era tenerles a mis hijos lo que ellos querían, o lo que ellos necesitaban… en un mes lo he logrado y eso es una felicidad muy grande», dice la madre entre lágrimas, ladridos y cacareos.

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