Traza (Mauritania).- Aly Oumar Mohamed Sy tenía casi pavor a la idea de ganarse la vida con la agricultura.

No obstante, “Ahora que he aprendido a cuidar la tierra y a cultivarla, considero la agricultura como el trabajo de mi vida”, dice este joven de 24 años de la región mauritana de Trarza.

Lo que realmente ha cambiado todo es una iniciativa de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que ofrece a los jóvenes la oportunidad de aprender técnicas agrícolas prácticas para mejorar sus perspectivas en el mercado laboral.

Alrededor del 40 % de la población de Mauritania tiene entre 15 y 35 años y, de ellos, casi la misma proporción ni trabaja, ni estudia, ni recibe capacitación.

El proyecto de la FAO Fomento de la resiliencia en la región del Sahel mediante la creación de empleo para los jóvenes mejora las competencias de los jóvenes y aborda la falta de oportunidades de empleo, así como las malas condiciones laborales, que arrastran a muchas personas jóvenes a un círculo vicioso de pobreza.

Uno de los principales objetivos del proyecto, financiado por el Ministerio alemán de Alimentación y Agricultura, ha sido proporcionar aprendizaje práctico y teórico sobre la producción de cultivos de arroz y hortalizas.

Pero los jóvenes también recibieron capacitación sobre la creación de grupos de interés y cooperativas para poder solicitar programas de acceso a la tierra y desarrollar sus propios agronegocios.

“Aprendemos de nuestros capacitadores e instructores nuevas técnicas, pero también las tradicionales, las que compartían nuestros antepasados”, afirma Sy.

Los jóvenes como él son sin duda los que están en mejores condiciones para rejuvenecer el sector agrícola y crear estructuras más sostenibles de producción, distribución y consumo de alimentos.

Ello se debe a que los jóvenes adquieren más fácilmente los conocimientos y competencias necesarios para innovar. También son más hábiles para utilizar las nuevas tecnologías y liderar la transformación digital.

Además de constituir una iniciativa a largo plazo que fortalece los agronegocios de los jóvenes y refuerza la capacidad del país para generar empleos verdes, el proyecto también ha ofrecido actividades laborales a corto plazo.

Esto ayuda a abordar necesidades urgentes que afrontan los jóvenes; mediante el fomento de su contratación en el sector agrícola, se contribuye a evitar que las personas jóvenes se vean obligadas a recurrir a mecanismos de supervivencia negativos o a emigrar al extranjero.

“Esta actividad es muy importante para nosotros. Gracias a ella hemos visto que, si cuidamos estas tierras, las tierras de nuestros antepasados, podemos quedarnos aquí para cultivarlas cerca de nuestras familias y de nuestro entorno en lugar de irnos al extranjero”, afirma Mapate Ousmane Ndiouck, de 27 años.

Algunas de estas iniciativas de empleo a corto plazo se pusieron en marcha en la región de Trarza, en el sur del país.

Esta zona acoge a una población predominantemente joven, y la agricultura y la ganadería desempeñan un papel económico clave, con un alto potencial para ofrecer oportunidades de empleo.

Por su ubicación en la encrucijada entre Mauritania y el Senegal, Trarza es una zona importante desde un punto de vista comercial. Sin embargo, los jóvenes que residen allí se enfrentan a muchas dificultades para acceder a un empleo rural digno y a “empleos verdes” que tengan un efecto positivo en el medio ambiente.

En colaboración con el Ministerio de Agricultura de Mauritania, 200 jóvenes de ambos sexos se beneficiaron de las oportunidades de empleo a corto plazo mediante un acuerdo con el Centro de formación de productores rurales.

Este aspecto del proyecto refuerza las competencias de los jóvenes rurales mediante un período de capacitación teórica y práctica de dos meses.

Durante este tiempo, los jóvenes también realizan un trabajo remunerado, apoyando a las comunidades locales en actividades de horticultura comercial o cultivo de arroz.

Estas iniciativas ya han demostrado muchos resultados positivos, como la mejora de los conocimientos sobre agricultura y prácticas ecológicas entre los jóvenes, una mayor eficacia a la hora de atraer a los jóvenes al sector, un aumento de las oportunidades de empleo y un mayor intercambio de conocimientos entre generaciones, además de ofrecer a más jóvenes la oportunidad de trabajar en sus distritos de origen.

“La mayoría de nosotros solo conocíamos la agricultura como ‘consumidores’, ¡pero el conocimiento es poder! Después de inscribirnos y participar en esta actividad, vemos grandes oportunidades económicas y nos sentimos mucho más seguros de cara a nuestro futuro”, declaró Asta Mamadou Anne, una mujer de 25 años de Rosso.

Con el apoyo de la FAO, ahora muchos más jóvenes mauritanos pueden utilizar sus conocimientos para ser económicamente independientes.

Fortalecer las oportunidades de empleo para los jóvenes es fundamental para combatir la pobreza intergeneracional y mejorar la inclusión social de la juventud en Mauritania. También es crucial para ayudar a los jóvenes a descubrir el potencial de su tierra.

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