La Paz (AFP) – Con más de 40.300 bailarines de 70 fraternidades, se desarrolló este sábado en la ciudad de La Paz el desfile folclórico del Señor del Gran Poder, aspirante a convertirse en Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

«La diversidad de las danzas bolivianas es una forma que expresa la salvaguarda del patrimonio cultural que tenemos en el país y conjuntamente con las autoridades y la Asociación de Conjuntos Folklóricos debemos fortalecer y preservar este legado», anotó la Ministra de Culturas y turismo, Wilma Alanoca.

La celebración, conocida como la Fiesta Mayor de los Andes, corresponde a la celebración católica de la Santísima Trinidad y se extendió hasta elevadas horas de la noche, en un recorrido que abarca cerca de cinco kilómetros y donde la música, el ritmo de los danzarines y el colorido deslumbran a los espectadores.

Este desfile, que en la década de 1970 se celebraba en la ladera oeste de La Paz, llega ahora hasta el centro mismo de la urbe paceña.

Sergio Siles, secretario Municipal de Desarrollo Económico de La Paz, estimó que el impacto económico de la fiesta es de cerca de 120 millones de dólares.

La actividad económica se distribuye en las actividades desarrolladas a lo largo de seis meses (recepciones, ensayos, convites, vestimentas y contratación de bandas de música), que alcanza su momento más significativo en el desfile de hoy, según un estudio del municipio paceño.

El 43% de esta actividad económica (52 millones de dólares) es en bebidas, el 24% (29 millones) en alquiler de trajes y vestimentas para el bailes, mientras que en orfebrería se mueven 25 millones.

La fiesta se ha convertido en una demostración del poderío económico de la burguesía emergente de origen indígena, dedicada al comercio y a los servicios, y que no escatima en gastos a la hora de invitar a artistas internacionales para amenizar las fiestas previas.

Por esto, haciendo analogía del nombre de la fiesta, muchos autores sociales se refieren a estos agentes económicos como a «los señores del Gran Poder».

El desfile es también expresión de la riqueza folclórica boliviana expresada en una amplia diversidad de danzas, donde destaca la morenada, que evoca el sufrimiento de los esclavos negros en las minas durante la época colonial.

Juanto a ella se presentan las danzas de la diablada (que escenifica la lucha entre el bien y el mal), la kullaguada (recreación sobre los pastores del altiplano) o los tinkus (escenificación de un combate entre indígenas).

Para destacar ese valor cultural, el gobierno boliviano realiza gestiones para que este desfile sea declarado Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

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