Sao Paulo (AFP) – Las iniciativas de «crowdfunding» se dispararon en Brasil desde las primeras semanas de pandemia de coronavirus, en una oleada de generosidad que ha permitido a muchos financiar proyectos o, simplemente, sobrevivir.

Con las medidas de confinamiento introducidas en marzo, millones de brasileños vieron sus ingresos evaporarse. La ayuda de emergencia del gobierno de 600 reales (USD 110) no siempre compensó la falta de salario. Y no fue distribuida de forma sistemática.

Carlos Dos Reis tiene 52 años y lleva más de 20 recolectando materiales reciclables para revenderlos. Pero su actividad cesó con las restricciones impuestas por el ayuntamiento de Sao Paulo.

«Durante más de dos meses, no pudimos trabajar más porque el material que recogíamos podía estar contaminado», explica.

«Estaba desesperado porque no recibí ayuda de emergencia del gobierno, al igual que las demás personas que trabajan conmigo. Nosotros, los autónomos, hemos sido abandonados», agrega.

El hombre publicó entonces un proyecto de financiación colectiva para que él y sus colaboradores pudieran pagar algunas facturas y coser máscaras.

La iniciativa fue un éxito.

«Este fue un año solidario. Nunca había visto tanta solidaridad social. No hablo de grandes empresas, sino de personas como cualquiera de nosotros, de empleados y hasta de desempleados que han ayudado».

Desde entonces han surgido otros dos proyectos de «crowdfunding» similares para ayudar a los recolectores de materiales reciclables. Uno de ellos permitió 650 reales (casi 120 dólares) a 2.200 trabajadores.

«¿Cómo es posible que lográramos recolectar ese dinero en línea y que el gobierno no haya podido hacer eso por nosotros?», se pregunta Dos Reis.

Nuevos donantes

Rodrigo Machado, cofundador de la plataforma brasileña de financiación participativa «Catarse», confirma que el fenómeno de las donaciones a un fondo común en línea despegó tras las primeras medidas de aislamiento.

«En nuestra plataforma se han creado más de 2.000 proyectos relacionados con el covid-19. Algunos no atraen fondos, pero en total, 35.000 personas han donado hasta ahora», explica.

El valor medio de una donación es de 50 reales (USD 9), normalmente con recompensas o pequeños obsequios para los donantes.

«Hemos visto surgir una nueva audiencia, nuevos donantes. Muchos viven en el sureste de Brasil y tienen una situación más o menos estable. Entonces se dijeron: ‘si puedo compartir esto con gente que lo necesita con urgencia, lo hago», explica Machado.

Los proyectos de financiación participativa también han empezado a utilizarse en favelas y en comunidades indígenas y han permitido, entre otras cosas, distribuir de canastas de productos básicos.

Ser solidario

En Brasil, como en el resto del mundo, la cultura ha sido uno de los sectores más afectados por las restricciones impuestas por la epidemia.

Esmeralda Gazal, profesora de danza clásica de 67 años, trata de ayudar a los bailarines de Sao Paulo.

«Me ofrecí a dar clases de danza en línea para recaudar dinero y ayudar a artistas en situaciones vulnerables», dice.

«Tengo el privilegio de ser parte de una institución que me paga un salario, por lo que puedo solidarizarme con los compañeros que no están en esta situación», expuso.

Estela Lapponi, bailarina, es una de las beneficiarias de este proyecto de «crowdfunding», llamado SOS Danse Sao Paulo.

«Es un oasis en medio de tantas dificultades. Fue un alivio recibir los 450 reales», confiesa Estela, que no tenía derecho a ayudas de emergencia.

La suma recibida «no me permitió pagar todas mis deudas, pero al menos algunas facturas», agrega.

El presidente Jair Bolsonaro, ha ganado puntos en las encuestas gracias a las ayudas de emergencia de unos 600 reales por mes,, que podrían reducirse ahora a la mitad.

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