Puerto Madryn (Argentina) (AFP) – La mortandad de ballenas francas australes en el santuario de la Patagonia argentina (sur) podría terminar al detectarse una fuerte reducción en las biotoxinas que presuntamente mataron a 15 ejemplares, anunció el viernes un alto funcionario ambiental.

«El jueves las unidades de toxina en aguas del Golfo Nuevo bajaron mucho, de 18.000 a 2.700 unidades, con lo que hay expectativa de que esté llegando a un fin» el fenómeno natural, dijo Fernando Bersano, director de Flora y Fauna Silvestre de la provincia de Chubut (sur), en declaraciones a la agencia estatal Telam.

El Golfo Nuevo y Península Valdés, paraísos del turismo y de los biólogos marinos, recibieron este año unas 1.420 ballenas francas australes, el mayor número en 51 años y a un siglo de prohibirse su cacería comercial, una noticia alentadora que se empañó con la mortandad registrada desde el 24 de septiembre, a 1.300 km al sur de Buenos Aires.

El Instituto de Conservación de Ballenas (ICB) confirmó este viernes que ha contabilizado un total de 15 cuerpos de cetáceos y que «no descarta que se puedan reportar nuevos casos en los próximos días», tal vez los últimos.

Acerca del fenómeno llamado «marea roja», Bersano dijo que «no se puede prevenir ni predecir el grado de toxicidad ni cuánto va a durar, es un ciclo, y ahora esperamos que concluya».

En ausencia de «lesiones anormales o traumáticas que puedan explicar la muerte», y dado «el buen estado general» de los animales muertos examinados, la hipótesis preferente es la «intoxicación por proliferación de microalgas nocivas», dijo el ICB.

«Cada año hay más ballenas. Aunque un año se puedan relevar menos la tendencia es al aumento» destacó a la AFP Mariano Sironi, director científico del iCB.

Adoptar una ballena –

Según el investigador, «una razón muy importante por la cual la población de la ballena franca austral está creciendo es que fue protegida legalmente de la cacería comercial en la década de 1930, hace casi un siglo».

Desde entonces las poblaciones fueron creciendo en el hemisferio sur, excepto las de Chile y Perú «que siguen estando amenazadas y son muy pequeñas», sostuvo.

Crecen las poblaciones de Argentina, Brasil, Sudáfrica, Nueva Zelanda, «simplemente desde que se las dejó de matar», destacó.

«El número es de 15 ballenas adultas y juveniles muertas en un lapso de diez días. Animales sanos, en buen estado físico, pero que han muerto todas juntas en la misma zona», precisó Sironi.

Dentro de dos semanas estarán los resultados de los análisis, pero «la hipótesis principal se relaciona con las floraciones algales nocivas, lo que se conoce como ‘marea roja'», agregó.

Apasionado de su trabajo, Sironi habla de las «ballenidades», como si fueran personas. Así, invita a sumarse a un Programa de adopción de ballenas, ideado por el ICB para sumarse a la causa con donación de fondos.

Los adoptantes puede elegir alguna de las 4.100 ballenas catalogadas por el instituto, con sus historias de vida, fotos y seguimientos. Están «Nube», «Luminosa», «Hueso», entre otras ballenas, pero «Mochita» es su «favorita», confiesa Sironi.

«A Mochita la conocemos desde que nació en 1999, ahora tiene 23 años. Tuvo su primera cría en 2006 que se llama Medialuna, porque tiene una mancha blanca en forma de medialuna en la cola», se enternece.

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