Santiago (AFP) – El plebiscito, que se desarrollará el próximo mes en Chile para definir entre las opciones «Apruebo» o «Rechazo» la redacción de una nueva Constitución que reemplace la heredada de la dictadura, polarizó como nunca antes en tres décadas de democracia a las fuerzas políticas chilenas.

La oposición de izquierda se cuadró detrás del «Apruebo», mientras que en la coalición oficialista dos de sus partidos dieron libertad de acción a sus militantes, pero su principal agrupación, la ultraconservadora Unión Demócrata Independiente (UDI), defiende a capa y espada el «Rechazo».

Presidentes y referentes de las principales formaciones políticas explicaron a la AFP sus argumentos para enterrar o no la Constitución que en 1980 redactó la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), reformada en varias ocasiones y blanco de críticas al ser considerada el origen de las desigualdades que hicieron explotar las calles a partir del 18 de octubre del año pasado.

¿Por qué «Apruebo» o «Rechazo»?

«Lo que Chile requiere para avanzar en desarrollo social y económico no se resuelve a través de una nueva Constitución, sino que mediante acuerdos políticos que deriven en leyes y políticas públicas que le mejoren la vida a los chilenos», dijo la senadora y presidenta de la UDI, Jacqueline Van Rysselberghe.

El proceso, además, «surgió de un acuerdo que fue motivado por la violencia insurreccional que se desató a partir del 18 de octubre, lo cual ya le resta legitimidad al mismo», añadió la senadora.

Para el presidente del opositor partido Demócrata Cristiano (DC), Fuad Chahín, un nuevo texto «cerraría la transición política» y acabaría con el último remanente político de la dictadura, además de ayudar a restaurar el «problema de legitimidad y confianza» en la democracia y política chilena.

«Va a permitir que nos liberemos de la camisa de fuerza que representa la Constitución del 1980», indicó por su parte el presidente del Partido Socialista, Álvaro Elizalde.

¿Escrita por ciudadanos o parlamentarios?

El plebiscito consultará también la forma de redactar la nueva Constitución en caso de triunfar el «Apruebo»: Una Comisión mixta, integrada por parlamentarios y ciudadanos electos, o una Convención Constitucional, formada sólo por ciudadanos electos.

Andrés Molina, presidente de la oficialista Evópoli, que dio libertad de acción a sus militantes, consideró que la mixta es un mecanismo adecuado por su composición, ya que «equilibra de buena manera la experiencia de parlamentarios electos por la ciudadanía con la de nuevos representantes».

Para la excandidata presidencial del izquierdista Frente Amplio, Beatriz Sánchez, la posibilidad de que una nueva constitución sea redactada completamente por ciudadanos electos abre un «proceso inédito» en Chile. «La posibilidad de que sean 100% personas electas y hayamos designado una forma electoral que garantice paridad es extraordinario. Estamos viviendo y protagonizando la historia y un momento histórico en Chile», afirmó.

El primer paso contra la desigualdad

Considerada como uno de los orígenes de la desigualdad de Chile, al no garantizar derechos sociales universales, ninguno cree que el plebiscito sea la solución definitiva a las demandas sociales que llevaron al estallido social del 18 de octubre.

«Señalar que esa es la única solución (a la desigualdad) parece un tanto ingenuo», dijo Rafael Prohens, presidente del oficialista partido Renovación Nacional, que también liberó a sus militantes.

Para Prohens, el plebiscito «tenía por objetivo poner la problemática sobre la mesa, hacerse cargo y comenzar a tratarla».

«El cambio constitucional, si bien es absolutamente necesario para cambiar las cosas en Chile, no las cambia por arte de magia. Lo que viene es sacar los candados que tenemos para cambiar el país, pero no cambian todas las cosas ni la desigualdad existente. Eso va a demorar años», señaló la izquierdista Sánchez desde el Frente Amplio.

Hoja en blanco

Ya en la redacción de una eventual nueva Constitución, la oposición se cuadra con la opción de redactar el texto desde cero, respetando tratados internacionales suscritos por Chile, algo que las fuerzas conservadoras rechazan.

«Toda Constitución se redacta desde una historia, desde una cierta tradición. Pero no será la Constitución de 1980 el fundamento. Por eso acordamos una ‘hoja en blanco’ que se refiere a que si hay una materia donde no existe acuerdo, no predomina lo establecido en la actual Constitución», dijo el presidente del progresista Partido por la Democracia (PPD), el excanciller Heraldo Muñoz.

«De ninguna manera se puede pretender, como quiere la izquierda, de partir de cero, como si para atrás no hubiésemos tenido una historia constitucional», puntualizó la oficialista Van Rysselberghe.

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